Educación

Freinet, Montessori, Steiner: las escuelas que cambian la vida de los alumnos y los profesores

Educación

por Nolwenn Weiler

Desarrollar la autonomía y el espíritu crítico, aprender a aprender: es el principio básico de las escuelas alternativas. En Francia, 20.000 alumnos aprenden con pedagogías alternativas —Freinet, Montessori o Steiner— en un centenar de centros. Son unos métodos de aprendizaje puestos en práctica desde hace más de un siglo, pero apenas difundidos en la Educación Pública. ¿Sabrá Vincent Peillon inspirarse en ellos para su proyecto de refundación de la escuela? Haremos un breve recorrido por estas pedagogías que podrían volver a re-encantar a la escuela.

Este articulo fue publicado, la primera vez, en Francés, aqui.

En la clase de Nina, una profesora de la escuela Steiner de Vern-sur-Seiche al sur de Rennes, no hay notas ni evaluaciones. “Cuando hacemos un dictado, lo corregimos juntos. ¿De qué sirve ponerles una nota?, se pregunta la profesora. ¿Qué van a aprender con eso? Corrigiendo juntos, descubren en qué pueden mejorar. Esto les da confianza en sí mismos”. Aquí no hay tensión ni competitividad ligada a las calificaciones. No hay presión, sino placer de aprender y de progresar.

El abandono del sistema de notas-sanciones, una especialidad muy francesa, es uno de los temas mencionados por el ministro de Educación, Vincent Peillon, en su informe sobre la reforma de la escuela. “Las notas hacen felices a algunos alumnos y desgraciados a muchos otros, y eso es todo”, resume, de forma lapidaria, Jean-Jacques Hazan, presidente de la Federación de Consejos de Padres de Alumnos (FCPE) y defensor convencido de los métodos de aprendizaje “alternativos”. “Hay que transformar lo que sucede en el aula, terminar con la relación de enfrentamiento entre estudiantes y profesores. Queremos que estén atentos, que sean educados y que no se muevan en absoluto. ¡No es así como van a tener éxito! , prosigue. Y si queremos que la escuela funcione de otra manera, no será con los pedagogos tradicionales como lo vamos a lograr.”

Clases cooperativas

¿La solución? Pedagogías modernas, activas, que “susciten y fomenten el placer, el interés, la curiosidad”. En Francia, un centenar de escuelas aplican estas pedagogías innovadoras. Aproximadamente 20.000 estudiantes están matriculados en ellas. Inspiradas fundamentalmente en las pedagogías de Steiner, Freinet o Montessori, los maestros de estas escuelas otorgan la misma importancia a las matemáticas y al francés que a las actividades artísticas, físicas, manuales y sociales. Y todo ello, utilizando unos métodos de aprendizaje diferentes.

“Estas escuelas no ponen los conocimientos académicos por encima de los demás”, dice Marie-Laure Viaud, profesora de Ciencias de la Educación y autora de diversos libros sobre la nueva educación. Todas ellas tienen una gran confianza en los recursos propios de cada alumno. Su principio: aprendemos mejor haciendo que escuchando.

Freinet: promover “el autoaprendizaje” del niño

Las técnicas pedagógicas de Célestin Freinet, maestro francés de principios del siglo XX, se aplican en una veintena de escuelas públicas en Francia. Sin embargo, alrededor de 10.000 profesores están formados y capacitados en esta pedagogía. “Para Freinet, lo que motiva a un niño es la construcción de proyectos que se dirigen al mundo exterior”, subraya Marie-Laure Viaud. Escribir un periódico, montar una exposición, poner en escena una obra de teatro… Colocarse en una situación real, que estimula más, es preferible a la situación escolar. “Si hacemos un periódico para el exterior, cuidamos la redacción, cuidamos la gramática, dibujamos hermosas ilustraciones. Y calculando el precio, hacemos matemáticas…”

Aprender a confiar en sí mismo es también un principio básico de esta pedagogía. Este es un factor muy valorado por Marianne, la madre de Nello, escolarizado en la escuela Freinet de Rennes desde los 4 años. “Los maestros valoran siempre lo que se ha conseguido, aunque sea mínimo, para retomar en seguida con el estudiante en qué puede mejorar. Hay un verdadero aprendizaje de la confianza en sí mismo, un estímulo para comprender cómo se trabaja, por qué se hace y cómo organizarlo para tener éxito”. En la escuela Freinet, los niños trabajan mucho de forma cooperativa. En las clases hay niños de diferentes niveles, reunidos en pequeños grupos, en los cuales los mayores ayudan a los pequeños. “Los niños se recitan mutuamente las lecciones. La total ausencia de espíritu competitivo produce bienestar”, dice Marianne.

Montessori: transformar la relación entre el profesor y el alumno

Maria Montessori, médico italiana, fue contemporánea de Célestin Freinet. Fue la creadora de otro método pedagógico innovador, según el cual cada niño aprende a un ritmo diferente que conviene respetar. “Ella creó las bases teóricas de la noción de períodos sensibles durante los cuales el niño está preparado para aprender mejor determinadas cosas”, afirma Germaine Jallot, presidenta del Centro de Estudios e Investigación de Actividades Montessori (Crelam).

El adulto es un “acompañante”, que debe crear un ambiente que permita a los niños desarrollar su potencial. Y debe dejarles tiempo para hacer las cosas por sí mismos. Maria Montessori creó materiales educativos para favorecer este “auto-aprendizaje” del niño: para contar, apilar…

“Para ella, es primordial dejar tiempo al niño para que se construya. Respetar su ritmo y sus necesidades permite suscitar su interés”, resume Germaine Jallot. Una treintena de escuelas francesas aplican la metodología Montessori.

Steiner: una educación abierta al mundo

En cuanto a las escuelas Steiner, basadas en la pedagogía de este filósofo austriaco de finales del siglo XIX, acogen a unos 2.000 estudiantes en Francia, en un total de 20 colegios y escuelas infantiles. “Para sintetizar, me gusta decir que nos dirigimos al cerebro, pero también al corazón y al cuerpo”, dice Nina, una profesora. “Cuando estudiamos gramática, hablamos del país de las palabras, donde habitan los caballeros del nombre, que no salen nunca sin sus escuderos determinantes”. Cuando llega el momento de las matemáticas, Nina invita a sus alumnos a formar pequeños grupos que van y vienen según estudian las restas, las sumas o las divisiones. “Los niños necesitan encarnar los conceptos y nociones para comprenderlas mejor”, explica Nina.

La pedagogía Steiner se basa también en la apertura al mundo, con el aprendizaje de dos lenguas en el curso preparatorio y periodos de prácticas en los sectores agrícola, industrial y social, en el colegio y en el instituto. Más de 250.000 estudiantes de todo el mundo asisten a estas escuelas. Un informe parlamentario de 1999 señalaba con el dedo a determinados centros acusándoles de sectarismo, pero las escuelas Steiner fueron finalmente absueltas de esta acusación.

¿Escuelas para privilegiados?

Estas pedagogías alternativas no son iguales. “Hay diferencias pedagógicas, por supuesto, pero también políticas”, subraya Marie-Laure Viaud. “Al proponer otra manera de aprender, que permite a los niños desarrollar su pensamiento crítico y actuar de forma colectiva, Freinet tenía la idea de emancipar a las clases populares”. Muchas escuelas Freinet (siempre públicas) están todavía hoy en día implantadas en barrios populares; a diferencia de las escuelas Montessori o Steiner, que “son escuelas privadas: sólo los hijos de las clases privilegiadas pueden permitirse asistir”, precisa.

Ya que el precio es a veces prohibitivo. En la región de París, los padres tienen que desembolsar unos 600 euros al mes por niño. En las provincias, las tasas son generalmente más bajas. Entre 85 y 276 euros al mes (dependiendo de los ingresos familiares) en la Escuela Montessori de Rennes, y entre 200 y 610 euros al mes en la escuela Steiner de Vern-sur-Seiche. “Pero más allá de esta cuestión económica, Steiner y Montessori no tenían la idea de la emancipación política. Se centraron más bien en la realización personal”, añade Marie-Laure Viaud.

Los deberes, un obstáculo para el placer de aprender

Un desarrollo personal que pasa también por la ausencia de deberes para hacer en casa. Muy bien recibida por los niños y los padres de las escuelas alternativas, la ausencia de deberes escolares para casa, es una de las propuestas presentadas en el informe de Vincent Peillon. “Los deberes no sirven más que para agobiar y sobrecargar a los chavales y para enfadarse con ellos todas las tardes”, dice Jean-Jacques Hazan, de la FCPE. “Lo que la sociedad necesita es personas autónomas que sepan trabajar con los demás. Sin embargo, para hacer las tareas, cada uno está en su rincón. No es el método correcto”.

El informe sobre la reforma de la escuela no se pregunta qué es una tarea, se lamenta Catherine Chabrun, editora de Nouvel éducateur, la revista de los pedagogos de la línea Freinet. “Es importante que un niño pueda trabajar en el aprendizaje repasando después las cosas que ha hecho. Pero este tiempo de autonomía debe estar incluido en el horario escolar. Y no debería considerarse como una ayuda que vendría después de la escuela. Somos absolutamente partidarios de la supresión de este concepto de los deberes, que no incluye en absoluto el placer de aprender”.

Eliminar la tarea no significa no hacer nada con los hijos, o no ayudarles. Hay muchas actividades educativas e intelectuales que se puedan realizar en el hogar: “Se puede leer un libro juntos, mirar el cuaderno escolar para ver lo que se ha hecho, aprender a utilizar las proporciones y las reglas de tres cocinando. En resumidas cuentas, que no es tan sólo hacer la página 73 del libro de gramática o de matemáticas”, comenta Jean-Jacques Hazan. También se puede conversar sobre lo que ha estado bien en la escuela para tener ganas de volver al día siguiente.

Otro lugar para los padres

Los padres también deben encontrar su lugar en la escuela. Para los niños es muy importante sentirse integrados en una comunidad educativa que no termina en las puertas de su escuela. En la escuela Freinet de Rennes, los padres tienen una sala reservada para ellos, a la que pueden acudir en cualquier momento del día. “Cuando Nello estaba en CP,recuerda Marianne, el maestro nos pedía que nos quedáramos un rato para leer cuentos a los alumnos. Y si usted tiene habilidades para hornear el pan, patinar o en cualquier otro ámbito, siempre será bienvenido para venir a compartirlas con los niños”.

Otro momento muy apreciado por la madre de Nello: “La hora de los padres”, que se reúnen cada dos meses para escuchar a los niños hablar sobre alguno de sus trabajos que previamente han escogido. “Los niños dan detalles sobre su evolución, nos cuentan en qué se equivocaron, por qué, etc. Es apasionante”. Nina confía por su parte en no contar el tiempo que pasa con los padres de sus alumnos intercambiando información sobre las jornadas escolares.

Buenos resultados escolares

¿Tienen más éxito estas pedagogías que las predominantes en la Educación Pública? ¿Cuál sería el balance de la treintena de escuelas Montessori, de la veintena de centros Steiner y Freinet, y de la media docena de escuelas que aplican nuevas pedagogías? “Los estudios realizados demuestran que en la Educación Primaria, la mayoría de estas escuelas obtienen unos resultados, al menos igual de bien o mejores que las escuelas convencionales en lo que se refiere a los logros escolares”, observa Marie-Laure Viaud, especialmente en los entornos considerados “difíciles”. Estas escuelas consiguen promover el placer de aprender. Desde la Educación Infantil hasta la Secundaria los alumnos dicen que acuden a gusto a estas escuelas.

La inserción en el sistema escolar “tradicional” es bastante buena, incluso si necesitan un tiempo de adaptación. “Entre el 15 y el 45% de los alumnos experimentan dificultades, explica Marie-Laure Viaud. Pero todos los estudios realizados revelan que estas dificultades son transitorias: al cabo de unos pocos meses, se superan”. Un estudio de 2006 publicado en la revista Science demostró que los niños de clases sociales desfavorecidas enviados a la escuela Montessori están mejor preparados que sus compañeros en lectura y en matemáticas. A largo plazo, los alumnos de estas escuelas diferentes pueden incluso adaptarse mejor que otros niños a su nuevo entorno. Y sus resultados escolares son buenos. Un año después de dejar la Secundaria en las escuelas Steiner-Waldorf, los alumnos tienen una tasa de éxito del 85% en Bachillerato [1].

Muy pocos comportamientos incívicos

¿Cómo hacer soñar a la escuela francesa? Según la OCDE, entre 2000 y 2009, la proporción de alumnos de 15 años con fracaso escolar ha pasado del 15 al 20%. Y la diferencia de nivel entre el grupo de los mejores y el de los más débiles ha aumentado. Peor aún: Francia es hoy uno de los países en los que las desigualdades sociales pesan más en el éxito escolar.

Otra ventaja de estas escuelas alternativas: el ambiente, más sereno que en el sistema convencional. “En todas estas escuelas el ambiente es muy tranquilo: no hay violencia ni degradaciones, hay pocos comportamientos incívicos”, dice Marie-Laure Viaud. “Hace ya un siglo que sabemos que funciona mejor”.

¿Tendrán una mayor influencia estas experiencias pedagógicas en un futuro en la Educación Pública? “Hay mucho trabajo que hacer”, advierte Jean-Jacques Hazan. “Hay que transformar las prácticas y las mentalidades de centenares de miles de personas”. Supone un vuelco y una conmoción en la vida cotidiana. “Mientras tengamos en la escuela el modelo de una hora, un maestro, una disciplina, no podremos cambiar gran cosa”, sugiere Catalina Chabrun, del Nouvel éducateur.

De momento, las escuelas e institutos diferentes pueden contarse con los dedos de ambas manos. “Los sindicatos se encuentran frente a un gran problema”, se lamenta. Contactado por Basta! el FSU, el principal sindicato de profesionales de la enseñanza, no ha respondido. El desafío, es, por lo tanto, enorme: se trata, según Catherine Chabrun, de “re-encantar a los profesores con una forma diferente de hacer las cosas”.

Nolwenn Weiler

Traduccion.

Notas

[1Esta cifra se eleva al 91% si se incluye a los estudiantes que han superado el bachillerato dos años después de salir.